lunes, abril 18, 2011




Llegué al final del camino y catorce prados se extendieron a mi frente. Ahí a lo lejos se mostraba una casa, tímida y pequeña. Caminé, me caí, y me levanté en muchas ocasiones durante 2 meses. Estaba cansado, pero seguía. Quería llegar ahí.

Un hombre alto y fuerte me abrió la puerta. Me quedé atónito. Lo conocía. Vestía de negro y hablaba inglés. Intenté recordar esos años de Bachillerato inservibles.

¿Qué haces aquí? —Me preguntó con una voz lenta y desgastada por los años—. Creía que nunca aparecerías. Ya había perdido la esperanza de verte, ¿te has perdido? —Me estaba esperando—.

Con un disimulado ademán me hizo entrar a su oscuro laberinto. Dí mis últimos pasos hasta lo que parecía su salón encerrado por una bóveda cubierta de telarañas. Me ofreció sentarme en su sillón turquesa apagado y él se quedó de pie, mirando su viejo y único cuadro.

—¿Dónde has estado?
—¿Por qué vistes así, qué haces aquí?
Sigues viviendo en el pasado, parece. No avanzas. Los recuerdos se han apoderado de ti —dijo apoyándose en mí—. Ella sigue y tú te quedas.
—¿Quien es ella?
—La mujer del retrato —dijo señalando el cuadro—. Es tu esposa, pero está en otro tiempo, en el futuro. No la recuerdas porque dejó de existir cuando te quedaste perdido en tus pensamientos —poco a poco fui reconociéndola y las imágenes del pasado se marchaban—.
—Dejé de amarla en cuanto se marchó, y no supe nada más de ella.
—Nunca dejas de querer a alguien que has amado por mucho que te lo propongas. Las marcas, las huellas, el frío que una persona deja cuando se va siempre se queda —continuó despacio.

Tubimos una breve pausa con un largo silencio.

—La hora de la lluvia —dijo—.

En ese momento me fijé en que no tenía ningún reloj, ni en la muñeca, ni en la habitación.

—¿Cómo sabes qué hora es? Ni siquiera tienes un reloj. ¿Cómo sabes que lloverá?
—¿Reloj? ¿Para qué? El tiempo hace tiempo que me dejó solo. Mi cerebro vive en un circulo cerrado, en una burbuja infinita. El tiempo fluye pero nunca pasa. Siempre llueve cuando creo que lloverá.

El cielo empezó a oscurecer y empezó a llover. En ese momento, recordé el nombre de ese rostro, ella se llamaba Nayrim.

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